sobre mi

Soy una astrónoma que trabaja en el Grupo de Formación y Evolución de Galaxias del Centro de Astrobiología (CSICINTA), en el campus de ESAC, cerca de Madrid.

El análisis de las fuentes cósmicas de rayos X es una rutina para mí. Además, paso una parte importante de mi tiempo diseminando los resultados del análisis científico, tanto en seminarios y carteles, como en artículos; y comparando puntos de vista con mis colegas en reuniones y conferencias.

Esta es la historia de cómo me convertí en una investigadora de agujeros negros supermasivo.


Nací en Jesi el 3 de Marzo de 1983.

Jesi es una ciudad en el centro de Italia con orígenes prerromanos, y con un centro medieval pequeño pero muy bien conservado, donde perderse es una delicia. Jesi es famosa por la música, por el vino Verdicchio, por la esgrima, por los futbolistas y por … los Emperadores. De hecho, Jesi entró en los libros de historia por ser el lugar de nacimiento, el 26 de diciembre de 1194, del Emperador «Stupor Mundi» Federico II. Ese evento enseñó a todos los «Jesini» — ya sea que lo sepan conscientemente o no — que la casualidad y los eventos impredecibles pueden esculpir nuestro destino mucho más que cualquier plan planificado. La historia cuenta que la madre de Federico, Costanza D’Altavilla, viajaba a Palermo, donde su esposo Enrique IV la estaba esperando, cuando tuvo que detenerse en Jesi porque, en medio del parto, no podía esperar ni un día más para dar luz a su hijo. Después de este evento, Jesi permaneció vinculada para siempre al nombre del Emperador Iluminado, ganando el título de «Ciudad Real».
Todo por casualidad.

Tuve una infancia afortunada: mis padres, Eleonora y Stefano, nos dieron a mí y a mi hermano Riccardo no solo bienestar material, sino total libertad intelectual.

En particular, siempre he sabido que la comida y los libros son las cosas más importantes de la vida. Uno de mis lugares favoritos en todo el planeta Tierra siempre ha sido la biblioteca blanca en el salón de la casa donde crecí: rebosante de libros viejos y nuevos, fuera del tiempo; o mejor, un portal del tiempo: un lugar especial. Nací curiosa y ávida lectora, y al comienzo de mi educación el Internet todavía no existía: cuando tenía que investigar algo, usaba la enciclopedia de la biblioteca blanca del salón. Hoy mi familia ya no vive en Jesi, pero la gran biblioteca blanca todavía existe, todavía llena de libros (¡incluida la enciclopedia!), en la casa donde viven mi madre y su pareja, cerca del lago Trasimeno. Mi madre es de naturaleza humanista, nada inclinada a la ciencia, pero fue la persona que más marcó mi camino hacia la profesión de astrónoma. En medio del vasto, probablemente infinito conocimiento humano que estaba a mi alcance (mientras tanto, Internet había llegado a nuestras vidas), recuerdo dos episodios que decididamente me dirigieron hacia la astronomía y la astrofísica. Ambos episodios están relacionados con libros, y ambos libros fueron regalos de mi madre. El primer episodio se remonta a cuando era muy joven, tenía aproximadamente una década (terrestre) de edad. Mi madre regresó de un viaje a Venecia y me trajo dos maravillosos libros brillantes como regalos: uno sobre el teatro y su historia, y otro sobre el Universo y su historia. Los dos libros estaban espectaculares: si se abrían, salían de sus páginas reconstrucciones en 3D en cartón rígido, ya fuera de magníficas máscaras y túnicas, o de estrellas y galaxias y cúmulos de galaxias. Me llamó la atención por completo el segundo libro (recuerdo vívidamente el shock intelectual agradable y emocionante que me invirtió con el descubrimiento de la escala de distancia del Universo). El segundo episodio ocurrió en un punto crucial de mi educación: alrededor de los 16/17 años, estaba a punto de completar la escuela secundaria clásica, y a la vuelta de la esquina había la necesidad de elegir la Universidad en que me comprometería a completar mi educación. No tenía idea de dónde dirigir mis futuros estudios, si no la certeza de no querer estudiar economía, ni derecho, ni medicina; el resto de las disciplinas, desde la literatura hasta la geología y la ciencia política, me pareceban interesantes y pensaba que podría haberlas estudiadas con éxito. Quiero decir, estaba bastante perdida. Mi madre entonces me dio una copia de «Del big bang a los agujeros negros. Una breve historia del tiempo», de Stephen Hawking. Ese libro me fascinó decisivamente: lo devoré con rápida intensidad, obteniendo una inmensa cantidad de conocimiento, ¡y divirtiéndome! Aún así, algunos detalles no estaban claros para mí. No había forma de entender las partículas elementales, los quarks y los gluones en particular. ¡Nada, de ninguna manera, ni siquiera con ese libro divertido y claro! Entonces me di cuenta de que necesitaba que alguien me explicara esas partes oscuras de la física moderna: una profesora o un profesor. Empecé a pensar seriamente en estudiar astronomía.

En septiembre de 2011 me mudé a Bolonia, donde comencé a estudiar Astronomía en la Universidad más antigua del mundo occidental: Alma Mater Studiorum.

Los primeros años de Universidad fueron muy difíciles. Al comienzo del tercer año, de hecho, aún no había logrado aprobar el examen de Análisis Matemático I del primer año. Después de un poco de presión por parte de mi madre, y un verano que pasé semi-encerrada en una habitación frente al mar en Senigallia, decidida a forzar un lenguaje no tan comprensible en mi cabeza, volví a Bolonia y pasé el examen de Análisis I con 30 cum laude. El resto del viaje fue fácil: me gradué en Astronomía en 2005, y obtuve mi título de especialista en Astrofísica y Cosmología en 2007.

En 2008 comencé mis estudios de doctorado en Astronomía, siempre en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Bolonia. Comenzaba una aventura que me llevaría a ampliar mi visión de manera decisiva.


la historia continúa …